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SINGAPUR: Día Uno

Cuando empezamos a planificar nuestros días en Singapur teníamos alguna idea de qué nos íbamos a encontrar. Ya el primer día supimos que no nos equivocamos: calles impolutas, una rica mezcla de culturas, edificios fascinantes y comida exquisita. Igual para nosotros había un imperdible: pasar una noche en MARINA BAY SANDS. No sólo es el hotel más famoso, sino que es toda una experiencia alojarse ahí. Su arquitectura, el centro comercial, el casino, los restaurantes, el show de luces y agua, el mirador con las mejores vistas de la ciudad, todo es un espectáculo. Pero a decir verdad, nuestro verdadero motivo era conocer la mejor piscina del mundo, la INFINITY POOL.

Experiencia cinco estrellas por un día

Nuestra segunda experiencia asiática también fue haciendo escala en Dubai. Y luego de tres días, volamos directo a Singapur. El vuelo fue por la noche y, aunque los aviones de Emirates son los más cómodos en los que hemos volado, pudimos dormir muy poco.

Marina Bay Sands

Aterrizamos a las 8:30 hs., y entre migraciones, recoger el equipaje y buscar el pocket wifi que habíamos alquilado por la web, llegamos al hotel cerca del mediodía.

Al entrar al lobby, ya nos sentimos como en una película. Solo habíamos visto algo semejante en Las Vegas, pero este hotel está en Asia, y eso lo hace más increíble aún.

Lo único que queríamos en ese momento era dejar las valijas en la habitación, darnos una ducha e ir a la planta 57 a disfrutar de la piscina más alta del mundo, pero la fila para el check in era mucho más larga de lo que esperábamos. Para hacer nuestra espera más amena el personal del hotel repartía helados y jugos, y nosotros ya estábamos disfrutando nuestra experiencia 5 estrellas por 24 horas.

La habitación estaba muy bien, amplia, elegante, la cama súper cómoda y un baño enorme, y el broche de oro eran las vistas espectaculares que teníamos de GARDENS BY THE BAY (un parque de 101 hectáreas, del que ya hablaremos).

 

La mejor siesta de nuestras vidas

Infinity Pool del Marina Bay Sands

Subimos a la Infinity Pool y fue como lo habíamos imaginado. Las vistas de Singapur te dejan sin palabras y cada minuto nos mirábamos tratando de entender dónde estábamos. Lo habíamos visto tantas veces en fotos y videos, que estar ahí era casi irreal.

Pudimos elegir dónde acomodarnos porque por suerte no había mucha gente al mediodía, pero el calor era insoportable. Nos metimos en la piscina y para nuestra sorpresa el agua estaba helada. Fuimos hasta la orilla y es realmente impresionante ver que del otro lado, no hay nada más que el cielo y Singapur.

El único plan del día era relajar y disfrutar, así que nos dispusimos a hacerlo. Almorzamos ahí y nos sorprendió que los precios fueran bastante accesibles, siempre acordes a lo que es la ciudad, que no es para nada barata. Se puede pedir comida y bebida durante todo el día. Ya después de almorzar, nos venció el cansancio en las reposeras y nos dormimos la mejor siesta de nuestras vidas.

Cuando abrimos los ojos no podíamos creer la cantidad de gente que había, así que una recomendación que podemos dar es que si se van a hospedar en el hotel aprovechen a disfrutar la piscina por la mañana o mediodía, porque a la tarde explota. Al rato la lluvia intensa nos obligó a buscar refugio, así que nos fuimos a la habitación a bañarnos y prepararnos para salir a la noche a recorrer más del hotel.

El mirador, las fuentes danzantes y una opción barata para comer

Vistas de la ciudad desde el Mirador del Marina Bay Sands

El hotel tiene una terraza mirador que es de acceso público pero pago y para los huéspedes del hotel es sin cargo. Así que aprovechamos y fuimos a hacer unas fotos de las vistas de la ciudad durante noche, que son realmente increíbles.

Luego, como sabíamos que todos los días hay un show de luces, sonido y fuentes danzantes, que dura 15 minutos, así que bajamos a la entrada del hotel para disfrutarlo.

Más tarde, llegó el momento de buscar dónde cenar. El mismo hotel tiene un centro comercial inmenso, en donde hay opciones para todos los presupuestos. Por suerte descubrimos un patio de comidas donde se puede encontrar mucha variedad. Nosotros nos inclinamos por un menú japonés que estaba riquísimo.

Después de dar unas vueltas por el centro comercial, decidimos que era hora de dar por terminado nuestro primer día en Singapur e ir a descansar. Al día siguiente comenzaba el verdadero recorrido por la ciudad.

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